Andrea murió el sábado pasado. Me enteré por un comentario que ha publicado un familiar suyo en la noticia en la que contábamos que estaba en coma:
“Desgraciadamente, Andrea ya no está con nosotros, ahora queda intentar que esto no le pase a ninguna familia más“, escribe esta persona. |
Desde entonces están sucediéndose las condolencias, de la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma
(AAVP), de profesionales sanitarios, de madres de otras niñas afectadas
y por suerte vivas, de ciudadanos indignados, etc. Como se duelen desde
la AAVP:
“Ha muerto otra niña más a causa de esta vacuna -[marca Gardasil, fabricada por el laboratorio Merck] y nos preguntamos cuántas más tendrán que morir y cuántas más tendrán que padecer sus graves efectos adversos antes de que las Autoridades Sanitarias reconozcan lo que está sucediendo y se investigue con rigor el porqué de estos efectos. Desgraciadamente el sábado tuvo que morir Andrea. Su muerte creemos que podría haberse evitado si los responsables de velar por su salud hubieran actuado con la debida diligencia y cautela”.
Como sabéis los que seguís el blog, Andrea era asmática pero nunca había tenido crisis tan serias como las ocurridas tras vacunarse con la vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH). Seis días después de recibir la primera dosis, presentó unos síntomas similares a los que habían padecido otras jóvenes al ser vacunadas:
dolores de cabeza intensos e incapacitantes, molestias gástricas,
incapacidad para ponerse en pie, etc. Todo ello, acompañado de una crisis aguda de asma, por lo que tuvo que acudir al servicio de urgencias de Gijón donde lograron estabilizarla. Los padres de la joven comunicaron en el hospital que le habían puesto la vacuna del papiloma hacía unos días.
A pesar de todo ello, Andrea recibió la segunda dosis el 23 de agosto por la mañana y esa misma tarde presentó los mismos síntomas que tras la primera dosis aunque en esta ocasión con un agravamiento de la dificultad respiratoria. Ante esta situación, los padres solicitaron ayuda médica urgente. A pesar de su insistencia, la ambulancia nunca llegó, tan sólo un coche de policía que trasladó a la joven al hospital.
Cuando Andrea ingresó estaba en parada cardio-respiratoria y aunque lograron reanimarla no lo lograron por lo que le indujeron un coma. El 31 de agosto, al quitarle el tubo del respirador, los médicos constataron que la niña no podía respirar espontáneamente. El sábado 8 de septiembre falleció.
El caso de Andrea no es único en el mundo. El Vaccine Adverse Event Reporting System (VAERS), la autoridad pública en farmacovigilancia de vacunas de Estados Unidos tiene notificadas 119 muertes (ahora habrá que añadir una más) y 26.564 casos de reacciones adversas de
personas que recibieron la vacuna del papiloma. Hace poco incluso se ha
publicado que la dosis de la vacuna que se le aplicó a una joven muerta en Nueva Zelanda contenía ADN del virus del papiloma.
Desde que alrededor de 2006 comenzara a investigar lo que se cuece alrededor de esta vacuna no hemos parado de publicar sobre ello. Los graves daños que ha causado, primero a las chicas de Valencia
(el caso más mediático, por no decir el único que los grandes medios
han recogido) y luego en muchas más, por suerte no han sido tan graves
como para causar la muerte, al menos en nuestro país (en otros sí, ver
las estadísticas citadas del VAERS). Andrea es la primera fallecida y si las autoridades sanitarias españolas no lo remedian puede que no sea la última.
Creo que lo que podemos hacer es expresar a la familia nuestras condolencias,
eso ayudará a que se encuentren algo mejor. También continuar con la
difusión de estas informaciones para que esto no vuelva a ocurrir. Y
activar los mecanismos de la Justicia para que hasta el último responsable de esta muerte evitable asuma su parte.
[F] migueljara.com
[F] migueljara.com
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