Audrey Tomason, esa mujer misteriosa que apareció en la famosa foto
con el equipo del Presidente Obama visionando la operación que acabó con
la vida de Osama Bin Laden, en su tesis sobre la ecuación del
apocalípsis, cree que un genocidio controlado sería mucho mejor para el
mundo que una propagación del caos debido a una sobrepoblación que acabe
con los recursos del planeta.
Audrey Tomason, cursó su master en la Kennedy School de la
Universidad de Harvard, donde su tesis fue declarada de utilidad para
las agencias de seguridad de EEUU y gracias a la cual pudo ocupar un
alto cargo en una de las agencias de inteligencia de los EEUU.
Audrey Tomason, la psicópata en cuestión |
El planteamiento de Tomason trata sobre la necesidad de un genocidio
organizado en el que se utilizará el poder nuclear en áreas concretas
para evitar que la población del planeta alcance los 10 mil millones de
habitantes puesto que la cifra de población sostenible no debería llegar
a los 2.000 o incluso quedarse en los 1.500 millones. Tal y como
analiza, la población sería ingobernable si tuviera que volver a una
subsistencia basada en las necesidades básicas debido a la escasez de
recursos por agotamiento de aquellos en los que se ha desarrollado
nuestra civilización, lo cual supondría un riesgo tremendo por la
ruptura de la ley y el orden.
En su tesis ve como inevitable el colapso de la civilización y cree
que los lideres mundiales deberían considerar la posibilidad de un
genocidio masivo para reducir nuestra población mundial a un mayor nivel
sostenible acorde con los recursos del planeta.
Este escalofriante escenario comenzaría con un conflicto nuclear
controlado que bien podría ser Irán o Corea del Norte, dirigido a
centros de población importantes pero diseñado para limitar el poder de
la radiación. El siguiente paso sería la liberación de agentes tóxicos,
químicos y biológicos culpando de ello a grupos terroristas.
Se crearían entornos de vida sostenible donde estuvieran protegidas
autoridades, científicos, médicos, técnicos etc.. personas de valor que
deberían estar protegidas mientras las masas mueren por millones.
La conclusión que cualquier ciudadano puede extraer de esta tesis es
la de una deriva incontrolada que está haciendo que los gobiernos con
mas peso en el sistema internacional se vean sobrepasados por las
consecuencias de la globalización y del desastre financiero y acaben
asumiendo posiciones enfermizas y psicópatas a falta de soluciones con
las que conducir el caos mundial al que han sido llevados los Estados
Un vacío político de consecuencias impredecibles es lo que parece
gobernar al mundo que, a falta de gobiernos que tomen la iniciativa
frente a los poderes financieros que son los que marcan la agenda, han
quedado relegados al papel de subordinados a una política fría y
calculadora proveniente de la economía, ciencia menos humanizada que
trata como simples números lo que la política personaliza y humaniza.
En este contexto surgen tesis aberrantes como la de la directora
antiterrorista de Obama que ve en el genocidio la solución a la crisis
planetaria de superpoblación. Pero antes del genocidio, la economía está
siendo utilizada en ese proceso como instrumento de imposición de los
nuevos poderes sin encontrar el más mínimo rechazo por parte de los
gobiernos de los estados que, no solo obedecen sino que se convierten en
cómplices de una invasión y un sometimiento a sus pueblos como nunca
antes se había visto en la historia.
He aquí donde reside el punto de inflexión y la línea roja que no
debemos dejar traspasar. Nuestros gobiernos ya están tomando la misma
deriva, comenzaron con recortes económicos que luego fueron recortes
sociales y más tarde recortes de libertades. Si primero nos dijeron que
debíamos aceptar la rebaja de nuestros salarios, después la congelación
de nuestras pensiones, el retraso en la jubilación, la subida de
impuestos, el aumento de los precios de bienes de primera necesidad, los
desahucios, embargos, acoso y presión fiscal y por último el fin de las
libertades con la elaboración de una ley que nos equiparará a los
terroristas por el mero hecho de organizarnos para protestar por la
deriva despótica y tiránica que está tomando el sistema, mientras
llenamos los grandes agujeros causados por los bancos y cajas de
ahorros, empresas públicas e instituciones del Estado, es que el Estado
ha tomado partido por los poderes fácticos y ha olvidado al elemento
fundamental de la democracia: el ciudadano.
Lo demás será cuestión de un
proceso de concentración de poder que reste libertades gradualmente y
acabe, como no, con la puesta en práctica de la ecuación del
Apocalipsis.
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