Según un informe de la Open Society Foundation, más de 50 países han
colaborado con la Agencia Central de Inteligencia.
En varias
detenciones clandestinas, y posterior tortura, de personas consideradas
como sospechosas de haber participado en los ataques ocurridos el 11 de
Septiembre en Estados Unidos, o por pertenecer a la agrupación
terrorista Al-Qaeda, ahora apoyada por Norteamérica en las guerras de
Medio Oriente.
El tipo de detenciones que remarca el informe son las denominadas
“detenciones clandestinas” que tienen como principal característica
privar a la persona capturada de sus derechos fundamentales en ocasiones
como esta.
A saber: no se les permite obtener un abogado, y casi siempre permanecen encarcelados sin una sentencia declarada sobre su persona.
A saber: no se les permite obtener un abogado, y casi siempre permanecen encarcelados sin una sentencia declarada sobre su persona.
Desde que ha comenzado a investigarse el accionar inconstitucional de
las administraciones que encabezan al país en cuestión, su apoyo ha ido
disminuyendo en lo que respecta a guerras no-convencionales y tratos
especiales en la autoproclamada Comunidad Internacional.
“Al participar en la tortura y otros abusos relacionados con las detenciones secretas y entregas extraordinarias” escribe el jefe investigador de la Open Society Foundation, Amrit Singh, “el gobierno de EE.UU. violó el derecho interno e internacional, disminuyendo así su apoyo moral y erosionando sus esfuerzos contra el terrorismo en todo el mundo, ya que estos abusos salieron a la luz.”
Según estima el informe,
25 países de Europa, 14 en Asia y 13 en África han colaborado con la
CIA para lograr las detenciones clandestinas que ocurrieron desde el
2001, y desataron la polémica en varios sectores de los Derechos
Humanos.
Todos los países involucrados son: Afganistán, Albania, Argelia,
Australia, Austria, Azerbaiyán, Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Canadá,
Croacia, Chipre, República Checa, Dinamarca, Djibouti, Egipto, Etiopía,
Finlandia, Gambia, Georgia, Alemania, Grecia, Hong Kong, Islandia,
Indonesia, Irán, Irlanda, Italia, Jordania, Kenia, Libia, Lituania,
Macedonia, Malawi, Malasia, Mauritania, Marruecos, Pakistán, Polonia,
Portugal, Rumania, Arabia Saudita, Somalia, Sudáfrica, España, Sri
Lanka, Suecia, Siria, Tailandia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Reino
Unido, Uzbekistán, Yemen y Zimbabwe.
Paradójicamente, dos de los países que apoyaron a la CIA son actuales
enemigos del Tío Sam, Siria e Irán, naciones que sirvieron como puntos
de tortura durante épocas como en la que se desarrolló la invasión de
Afganistán, así como Libia, que fue víctima del asesinato por parte de
la OTAN de su propio mandatario.
Algunos de los que fueron detenidos, han terminado en la prisión de
Guantánamo, donde son prácticamente olvidados en materia
jurídica. Tawfik al -Bihani fue uno de ellos, y entregado por Irán, un
actual punto de discordia en Medio Oriente. Si uno analiza cómo
cambiaron las relaciones de EE.UU e Irán en lo que a colaboración se
refiere, puede entender rápidamente todo el espectro que abarca el doble
discurso y la doble moral de Washington.
Otro caso llamativo fue el de Khaled El-Masri, un ciudadano alemán
(de origen libanés) capturado y confundido por la CIA con Khaled
al-Masri, llevado a un centro de detención clandestino en Macedonia, y
posteriormente torturado. El calvario para El-Masri duró hasta 2004,
cuando se admitió el error y fue liberado; pero no fue hasta 2012 que
el Tribunal Europeo de Derechos Humanos admitió la ilegalidad del
procedimiento.
Aunque el informe habla de detenciones pasadas, no se debe descartar
que el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la agencia
de inteligencia en cuestión, continúen este accionar alrededor del
mundo, quizás con nuevos socios, para así no levantar sospechas, y
quizás traicionando a estos en un futuro no muy lejano.
[F] sleepwalkings.wordpress.com/
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