viernes, 13 de abril de 2012

Psicópatas en el poder: La Ecuación del Apocalipsis



Audrey Tomason, esa mujer misteriosa que apareció en la famosa foto con el equipo del Presidente Obama visionando la operación que acabó con la vida de Osama Bin Laden, en su tesis sobre la ecuación del apocalípsis, cree que un genocidio controlado sería mucho mejor para el mundo que una propagación del caos debido a una sobrepoblación que acabe con los recursos del planeta.
Audrey Tomason, cursó su master en la Kennedy School de la Universidad de Harvard, donde su tesis fue declarada de utilidad para las agencias de seguridad de EEUU y gracias a la cual pudo ocupar un alto cargo en una de las agencias de inteligencia de los EEUU.


Audrey Tomason, la psicópata en cuestión
El planteamiento de Tomason trata sobre la necesidad de un genocidio organizado en el que se utilizará el poder nuclear en áreas concretas para evitar que la población del planeta alcance los 10 mil millones de habitantes puesto que la cifra de población sostenible no debería llegar a los 2.000 o incluso quedarse en los 1.500 millones. Tal y como analiza, la población sería ingobernable si tuviera que volver a una subsistencia basada en las necesidades básicas debido a la escasez de recursos por agotamiento de aquellos en los que se ha desarrollado nuestra civilización, lo cual supondría un riesgo tremendo por la ruptura de la ley y el orden.

En su tesis ve como inevitable el colapso de la civilización y cree que los lideres mundiales deberían considerar la posibilidad de un genocidio masivo para reducir nuestra población mundial a un mayor nivel sostenible acorde con los recursos del planeta.
Este escalofriante escenario comenzaría con un conflicto nuclear controlado que bien podría ser Irán o Corea del Norte, dirigido a centros de población importantes pero diseñado para limitar el poder de la radiación. El siguiente paso sería la liberación de agentes tóxicos, químicos y biológicos culpando de ello a grupos terroristas.

Se crearían entornos de vida sostenible donde estuvieran protegidas autoridades, científicos, médicos, técnicos etc.. personas de valor que deberían estar protegidas mientras las masas mueren por millones. La conclusión que cualquier ciudadano puede extraer de esta tesis es la de una deriva incontrolada que está haciendo que los gobiernos con mas peso en el sistema internacional se vean sobrepasados por las consecuencias de la globalización y del desastre financiero y acaben asumiendo posiciones enfermizas y psicópatas a falta de soluciones con las que conducir el caos mundial al que han sido llevados los Estados

Un vacío político de consecuencias impredecibles es lo que parece gobernar al mundo que, a falta de gobiernos que tomen la iniciativa frente a los poderes financieros que son los que marcan la agenda, han quedado relegados al papel de subordinados a una política fría y calculadora proveniente de la economía, ciencia menos humanizada que trata como simples números lo que la política personaliza y humaniza.


En este contexto surgen tesis aberrantes como la de la directora antiterrorista de Obama que ve en el genocidio la solución a la crisis planetaria de superpoblación. Pero antes del genocidio, la economía está siendo utilizada en ese proceso como instrumento de imposición de los nuevos poderes sin encontrar el más mínimo rechazo por parte de los gobiernos de los estados que, no solo obedecen sino que se convierten en cómplices de una invasión y un sometimiento a sus pueblos como nunca antes se había visto en la historia.

He aquí donde reside el punto de inflexión y la línea roja que no debemos dejar traspasar. Nuestros gobiernos ya están tomando la misma deriva, comenzaron con recortes económicos que luego fueron recortes sociales y más tarde recortes de libertades. Si primero nos dijeron que debíamos aceptar la rebaja de nuestros salarios, después la congelación de nuestras pensiones, el retraso en la jubilación, la subida de impuestos, el aumento de los precios de bienes de primera necesidad, los desahucios, embargos, acoso y presión fiscal y por último el fin de las libertades con la elaboración de una ley que nos equiparará a los terroristas por el mero hecho de organizarnos para protestar por la deriva despótica y tiránica que está tomando el sistema, mientras llenamos los grandes agujeros causados por los bancos y cajas de ahorros, empresas públicas e instituciones del Estado, es que el Estado ha tomado partido por los poderes fácticos y ha olvidado al elemento fundamental de la democracia: el ciudadano. 

Lo demás será cuestión de un proceso de concentración de poder que reste libertades gradualmente y acabe, como no, con la puesta en práctica de la ecuación del Apocalipsis.

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