sábado, 3 de marzo de 2012

Una mega llamarada solar tendría un impacto económico demoledor. ¿Habrá un segundo efecto Carrington sobre la Tierra?.

La posibilidad que una megallamarada producto de una gran tormenta solar impacte a nuestro mundo, se ha vuelto muy preocupante al llegar, según nuevas estimaciones, a la nada despreciable estima de 1 a 8. De realmente suceder este evento, podría causar daños multimillonarios a todos los sistemas tecnológicos del planeta, y tomaría hasta 10 años recuperarse del tremendo golpe. No obstante, este tipo de eventos es considerado relativamente inusual.

La última tormenta solar de grandes magnitudes, conocida como Evento Carrington, ocurrió hace más de 150 años atrás y fue la más poderosa que se ha registrado en la historia. Que un potencial rival al Evento Carrington tenga una posibilidad superior al 10% de suceder en el transcurso de esta década, sorprendió al físico espacial Pete Riley, científico de Ciencia Predictiva en San Diego, California, quién dio a conocer esta estimación hace pocos días. Nuestro Sol tiene un ciclo natural de actividad de 11 años, en los cuales aumenta y disminuye su poder. 

En 2012 nuestro Sol entró en uno de los ciclos de máxima actividad, en donde manchas solares y enormes torbellinos magnéticos están a la orden del día en su superficie. Ocasionalmente, algunas llamaradas salen despedidas del Sol, arrojando una masa de partículas cargadas al espacio. 

Las llamaradas pequeñas suceden a menudo, mientras que las de mayor tamaño raramente se dan, una distribución matemática conocida como ley de potencias. Hace más de 150 años, cuando se produjo la gran tormenta que golpeó el campo magnético de nuestro planeta, se generaron enormes auroras que excedieron su usual límite polar y alcanzaron Cuba, Hawaii, y el norte de Chile. La gente en las calles se juntaba en las veredas y en las terrazas a observar este evento celestial en todo su esplendor… “los cielos… decorados con las luces más hermosas jamás vistas en años”… publicaba el New York Times en aquella época. Aunque las auroras sean hermosas, están cargadas con partículas capaces de causar estragos en los sistemas eléctricos. 

En los tiempos del Evento Carrington, las estaciones de telégrafo se incendiaron, sus redes experimentaron apagones mayores y los observatorios magnéticos registraron disturbios en el campo terrestre que estaban literalmente fuera de la escala. 

En el mundo actual, totalmente dependiente de la tecnología y la electricidad, una tormenta solar similar tendría consecuencias catastróficas. Las auroras podrían dañar las redes eléctricas y contribuir al deterioro de oleoductos y gaseoductos. Afectaría a los satélites y trastocaría o incluso apagaría por completo las comunicaciones de radio en la Tierra. 
Según un reporte del Consejo Nacional de Investigaciones de EE.UU. publicado en 2008, los daños de una tormenta solar tipo Carrington podrían alcanzar entre 1 y 2 trillones de dólares solo en el primer año, con una recuperación total de los sistemas estimada entre 4 y 10 años posteriores al evento. El reporte también aclara que a largo término, los efectos colaterales incluirían trastornos en el transporte, comunicaciones, bancos, sistemas financieros, y servicios gubernamentales; una interrupción en el suministro de agua potable debida a las fallas en bombas de agua; y la pérdida de comida perecedera y medicamentos por falta de refrigeración. 

Pero todas estas posibilidades son solo una muestra del peor escenario posible, dijo Robert Rutledge, jefe de la oficina de pronóstico en el NOAA/NWS. Cualquier peligro potencial podría ser significativamente menor si las compañías encargadas de los sistemas de energía toman las precauciones adecuadas para lidiar con dichos problemas y mitigarlos.

Un informe emitido por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos en 2008 advierte de que si una tormenta solar “importante” se produjese en la actualidad, experimentaríamos apagones generalizados de electricidad, e incluso se dañarían muchos de los transformadores principales utilizados en las redes de distribución de energía eléctrica. 
Para evitar esto, la NASA se encuentra trabajando en un proyecto llamado “Escudo Solar” (“Solar Shield”) , destinado a alertar a las empresas distribuidoras de electricidad sobre la posibilidad de un evento de este tipo con el tiempo suficiente para que realicen la desconexión preventiva de sus sistemas. 

Según Antti Pulkkinen, un investigador de la Universidad Católica de América que trabajan en el Goddard Space Flight Center de la NASA, “Solar Shield es un sistema de previsión, nuevo y experimental, aplicado a la red de distribución eléctrica de América del Norte. Creemos que puede ser útil para desconectar a tiempo transformadores específicos a partir de la predicción de cuáles de ellos podrían ser afectados por una tormenta solar.” 

La causa del mal funcionamiento de las redes eléctricas durante esos eventos tiene su origen en un efecto conocido como GIC (“Geomagnetically Induced Current”, o “corriente inducida geomagnéticamente”). Cuando la nube de partículas solares generadas durante una tormenta golpea el campo magnético de la Tierra hace que este comience a “temblar”. Estas vibraciones magnéticas inducen corrientes en todas las regiones de la atmósfera, sobrecargando circuitos, interruptores y -en casos extremos- derritiendo las bobinas de los transformadores eléctricos.

[F] Por Adam Mann. Traducido al español por MysteryPlanet.com.ar

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