lunes, 20 de agosto de 2012

MESOPOTAMIA: El paraíso sumergido

La tradición sitúa el Paraíso en la antigua Mesopotamia. Algunos estudiosos aducen que se encuentra en el sur de Irak; otros lo sitúan aún más abajo: perdido en las aguas del Golfo Pérsico.
Adán y Eva. Cranach El Viejo
Una tablilla cuneiforme hallada en las ruinas de Nippur sugiere un vínculo entre la referencia sumeria y la historia bíblica. Habla de una tierra pura y brillante que no conocía ni la enfermedad ni la muerte. En este pacífico reino el rey de las aguas, Enki, hacía que el agua dulce permitiera crecer un inmenso jardín. 

Luego engendró a través de la diosa madre de la tierra, Ninursag, tres generaciones de diosas, todas ellas nacidas en partos sin dolor. Ninursag, a su vez, creó ocho plantas preciosas, que Enki comió. Furiosa, Ninursag declaró que Enki debía morir y lo abandonó. Cuando ocho partes del cuerpo de Enki empezaron a caer, un avispado zorro persuadió a Ninursag de salvar al dios del agua. 

Sentada a su lado, la diosa dio nacimiento a una deidad curadora para cada parte afligida, una de las cuales era una costilla.

La palabra sumeria para designar la costilla es ti, y la diosa-costilla sanadora fue llamada Ninti, que se traduce a la vez como “la dama de la costilla” y “la dama que hace vivir”. Este juego de palabras no funciona en hebreo, pero la costilla entró en la historia del Jardín del Edén en la forma de Eva, la madre de la raza humana: “la dama que hace vivir”. Resulta interesante el que las palabras Edén y Adán aparezcan también en cuneiforme. Edén significa “llanura no cultivada”; Adán “asentamiento en la llanura”.

Tanto en los mitos sumerios de la Creación como en los hebreos, el hombre es formado a partir de la arcilla. En otra tablilla cuneiforme de Nippur se relata como el dios del agua Enki ordernó a su madre, Nammu, que formara al hombre de “la arcilla que está encima del abismo”.

Tablilla 1 "La creación del Hombre"
Tablilla 12 "La creación del Hombre"

Más allá de los vínculos literarios y lingüísticos entre el Edén y Sumer está la evidencia geográfica. Como se dice en el Génesis, “un río salía del Edén para regar el jardín, y desde allí se subdividía, y se convertía en cuatro cabezas”. Una era el Éufrates; una segunda, el Tigris. Pero la situación de las otras dos, El Gión y el Pisón, han confundido desde hace mucho tiempo a los estudiosos.

Algunos autores piensan que un río hoy llamado Karun, que nace en Irán y fluye hacia el golfo Pérsico, es el Gión, y que un lecho seco en el desierto de Arabia Saudí contuvo en su tiempo las aguas del Pisón. Con esto, el Edén se hallaba situado en la confluencia de los cuatro ríos en la región del Golfo Pérsico.

Esta es un área que hace 32.000 años gozó de un clima saludable, pero que en el 15000 a.C. se volvió árida, obligando a emigrar a pastores que vivían allí. Alrededor del 6000-5000 a.C. el clima cambió de nuevo, y las áridas extensiones del este y el noreste de Arabia Saudí y el suroeste de Irán florecieron otra vez. J. Zarins propone que los pastores regresaron a la zona y encontraron a antiguos agricultores, los antepasados obeid de los sumerios. 

Localización de Sumer, entre el Tigris y el Eufrates

Cuando estos nómadas cesaron en su vagabundeo y se sedentarizaron haciéndose agricultores, muy bien pudieron transmitir el relato tradicional de un paraíso pardido hacía milenios: un lugar donde la gente había sido capaz de vivir de la tierra sin tener que cultivar el suelo.

Pero ¿cómo pudo este Edén desarrollarse en el fondo del golfo Pérsico? Zarins cree que la elevación de los niveles del mar, provocada por la fusión gradual de los casquetes polares, en la salida de la última gran Era Glacial, sumergió la cuenca hará unos 7.000 años.

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